Los sin papeles, un nuevo objeto




El título de este artículo corresponde a una conferencia dictada por mi amigo y colega el psicoanalista catalán Miquel Bassols. Por si alguien juzgó exagerado el título de dicha conferencia, esto es exactamente lo que ha sucedido con el execrable suceso de Real de Gandia, donde un empresario abandona a un empleado sin papeles a las puertas de un centro sanitario, con un brazo amputado, que previamente arroja a la basura.
Lo extraño es que no haya tirado al contenedor de basura también a Franns Rilles, su esclavo boliviano.
Esto es precisamente lo que denunciaba Miquel Bassols. Se ha creado una nueva categoría de objeto, que es en lo que se convierte un sujeto sin la categoría de ciudadano, un sujeto sin atributos cívicos, un ­desecho, en suma, un objeto de usar y tirar.
Ésta es la realidad en que viven y trabajan aún miles de inmigrantes, que no pudieron regularizar su situación en la última normalización, por razones que no analizaré aquí, pero sí recordar que muchas ONG e instituciones humanitarias en Alicante y en el resto de España han venido denunciando esta situación.
Me parece bien que la secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí, ofrezca la regularización a este ciudadano que vivía sin derechos, por razones humanitarias, pero ¿es que no era una cuestión humanitaria evitar que trabajara 14 horas por 23 euros diarios?, ¿no era una cuestión humanitaria que viviera sin derechos cívicos ni de asistencia sanitaria?, ¿no es una cuestión humanitaria evitar la invisibilidad social?
¿Por qué permitir que los inmigrantes sin papeles, trabajadores que sostienen la economía familiar y de muchas pequeñas empresas, se conviertan en época de crisis en efectos de daños colaterales?
¿Cuántas empresas en Alicante, Cartagena, Murcia o Almería, para nombrar sólo a los vecinos, cuentan entre sus plantillas ocultas a innumerables Franns Rilles?
¿Lo saben los sindicatos, lo saben las patronales, Cámara de Comercio, pymes u otras organizaciones urbanas y rurales?
¿Están seguras todas ellas de no ser cómplices indirectos de que sucedan estas situaciones? La misma pregunta se podría hacer a las secretarias de Inmigración de cualquier partido político. ¿Tienen una política definida, tienen un registro siquiera aproximado de cuántas personas se encuentran en la situación del compañero boliviano?
¿Lo saben los servicios sociales de cualquier ciudad, lo sabe o lo controla de alguna manera la diputación a través del diputado/a correspondiente? Creo que nadie quiere saber de verdad todo esto, sobre todo ahora en medio de la mundialización de la crisis.
En cambio, sí sabemos que la inmigración evitó la despoblación en la mitad de los barrios. Sí sabemos que, casi año tras año, el primer ciudadano nacido en España el 1 de enero es de origen inmigrante. Sabemos que los empresarios en 2005 pidieron la regularización de casi 450.000 sin papeles. Sabemos que la evolución de las tasas de ahorro e inversión en la economía española creció en 2006 por efecto de la inmigración. Sabemos que los ingresos y gastos fiscales de inmigrantes fueron favorables a las arcas del Estado en 2006. Sabemos que las entidades financieras incrementaron el volumen de sus préstamos hipotecarios a inmigrantes para la compra de viviendas, las mismas que están hoy embargando por falta de pago.
Y sabemos, finalmente, que después de 9 meses el Gobierno dio por concluidas las negociaciones con una quincena de países para permitir el voto de sus emigrantes residentes en España en las elecciones municipales a partir de 2011. De este modo, los inmigrantes procedentes de Argentina, Colombia, Perú, Islandia, Trinidad y Tobago, Ecuador, Burkina Faso, Cabo Verde, Chile y Paraguay ya podrán votar. También se espera que muy próximamente Corea del Sur y Nueva Zelanda se añadan a esta lista, y se aspira a que Brasil, Marruecos, Argelia y la República Dominicana se sumen a esta iniciativa del Gobierno español.
Entonces, todo el mundo político volverá a acordarse de que existen bolsas enormes de inmigrantes que aún nadie defiende sus derechos. Pero ahí estaremos nuevamente para recordarles que es necesario hacer algo más que acuerdos bilaterales, que es necesario, justamente por razones humanitarias, por razones de derechos humanos, resolver de una vez por todas las bolsas irregulares que aún existen y normalizar lo existente en todos los sentidos, y recordarles a todos los responsables directos e indirectos de los sucesos de Real de Gandia, que ya en la oprobiosa época del nazismo a los esclavos de los campos, de los lager, se les llamaba stücke: piezas. Es decir, cosas, objetos.
No queremos más que siga existiendo esa miserable posibilidad en ninguna ciudad española.
Psicólogo. Presidente de la casa de las américas de Alicante

Fuente: www.levante-emv.com

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